<<Nadie conoce con
exactitud qué empujó al desdichado rey Zerbín a la locura…>> (Crónicas de los Reyes de Balús – Rey Zerbín 2,4)
Lo que en principio debió ser,
como hijo y heredero del gran rey Balús, un reinado duradero y glorioso, acabó
por convertirse en un corto y aciago gobierno. A los pocos meses de ascender al
trono el rey Zerbín dio las primeras muestras de que algo no acababa de
funcionar correctamente en su cabeza, los temidos demonios de la mente se
habían apropiado de su entendimiento. Así pues, la locura se apoderó rápidamente
de la débil mente del rey, haciendo que cada vez fuera más difícil encontrar
algún sentido a sus acciones y mucho menos a su toma de decisiones. Era una
evidencia, el rey había perdido el juicio. Una de las excentricidades más recordadas
del rey Zerbín era sin duda las famosas cenas que organizaba a diario en su
palacio. En LAÛRBE nadie se atrevía a rechazar una invitación para cenar del
excéntrico rey. Lo mejor que podía esperar el asistente era una velada de lo
más desagradable; lo peor una muerte particularmente indigna. Una de sus
diversiones predilectas era invitar a cenar a hombres muy gordos, normalmente
ricos comerciantes de la ciudad o algún que otro noble varón de la corte. Los
hacía acomodarse en grandes almohadones llenos de aire que eran pinchados de
improviso por unos sirvientes, haciendo rodar por el suelo a los obesos
comensales. A otros invitados se les servía comida artificial elaborada con
cristal, mármol y marfil, que por supuesto debían saborear ante el regocijo del
rey.
Qué majo el rey!! Para cuándo vais a preparar una cenita dicharachera como estas?!! :p
ResponderEliminar